lunes, 4 de agosto de 2008

Polvazo en la playa de noche

Los dos lo teníamos claro: era imposible y no podíamos continuar así. Llevábamos ya demasiado tiempo con una curiosa relación mezcla de amistad y sexo con la que ni sabíamos ni queríamos terminar; es curioso las cosas que hemos llegado a hacer escondiéndonos de todo el mundo para tener un rato para los dos; uno de esos ratos mágicos, espectaculares, donde apenas había tiempo para explicaciones, simplemente para demostrar que, en cuestiones de sexo, estábamos hechos el uno para el otro.
Los dos lo teníamos claro: era imposible y no podíamos continuar así. Llevábamos ya demasiado tiempo con una curiosa relación mezcla de amistad y sexo con la que ni sabíamos ni queríamos terminar; es curioso las cosas que hemos llegado a hacer escondiéndonos de todo el mundo para tener un rato para los dos; uno de esos ratos mágicos, espectaculares, donde apenas había tiempo para explicaciones, simplemente para demostrar que, en cuestiones de sexo, estábamos hechos el uno para el otro.

Y que conste que antes de aquellas vacaciones de verano, nos habíamos prometido mil veces que nos íbamos a portar bien, que teníamos que mantenernos fríos, que no podíamos montar el espectáculo, que íbamos con demasiada gente a una casa pequeña y que se iba a notar… si, nos lo prometimos, pero antes de salir yo llene la maleta de condones y tu echaste las bolas chinas en tu neceser. No tenemos remedio.

Ocho personas, pocas camas, mucha bebida, playa, piscina, cervecita, siestas, acostarse de día… buena vida. Lo estábamos pasando genial aquellos días con todos nuestros amigos y, sorprendentemente, nos estábamos comportando, ahogando esas ganas de follarnos que nos entraban de vez en cuando. Pero nos conocemos demasiado bien, interpretábamos cada mirada, cada gesto y cada broma; los comentarios iban subiendo de tono, nos susurrábamos algo al oído al cruzarnos en la piscina, nos metíamos mano cuando nos cruzábamos por la casa…

Hasta que una noche volvimos de juerga a las tantas, nuestros amigos derrotados se fueron a la cama pero tú y yo dijimos que no teníamos sueño y que nos quedábamos viendo la tele (ya ves tú el interés que teníamos en ver la teletienda, los dos sabíamos de sobra lo que buscábamos). Esperamos que la oscuridad y el silencio fueran totales en la casa y en un sofá, bajo una manta, nuestras manos empezaron a buscar cautelosas el sexo del otro. Yo no podía reprimir que me temblaran las piernas por los nervios, demasiado tiempo esperándolo, y tú no podías dejar de mirar la escalera esperando que nos sorprendieran en cualquier momento. Sin embargo diste el paso, tu boca se acerco lentamente y rodeo mi polla con sus labios. Comenzaste a chuparla como solo tú sabes, despacio, metiéndotela bien dentro, jugando a engullirla entera, retorciendo tu lengua, subiendo, bajando… joder, te lo he dicho mil veces, pero no puedo evitar repetirlo: eres una diosa del sexo oral, suena a coña, pero, en momentos como este, doy gracias por haberte conocido. Sigues chupando unos minutos mas, pero no hay tiempo para deleites, como sigamos así nos pillan y habría que dar demasiadas explicaciones; así que apoyo mi mano en tu nuca para que aceleres un poco el ritmo, tú lo comprendes perfectamente y te dispones a llevarme al orgasmo y a llenarte la boca con mi semen una vez más; aquello ya es inevitable, agarro mi polla y la sacudo enérgicamente mientras succionas mi capullo. Me corro, notas como mi polla engorda aún más en tu boca y un primer chorro calido te llega hasta dentro, te sigues sorprendiendo de lo abundante de mis corridas, me retuerzo de placer alargando el momento; pero justo cuando termina mi orgasmo noto una sensación ya conocida: quiero seguir. Agito mi polla mientras tu chupas emocionada con mas ganas, sabes lo que viene, sabes lo que me esta pasando; apenas Sexo diez segundos después de mi orgasmo empieza otro aún más intenso, mi corrida sale a borbotones inundándote la boca y haciendo que resbale por tus labios, es intensísimo, es largísimo, es genial… Pero, no me lo puedo creer, según termino me vuelve a ocurrir lo mismo. Noto una fuerza incontrolable desde mis huevos, todos mis músculos se contraen y empalmo un tercer orgasmo. Yo no pensé que algo así pudiese ser posible, estoy muerto, han sido como dos minutos enteros de orgasmo monumental, una descarga continua, una maravilla. Te incorporas y nos miramos con los ojos como platos. Esto no puede ser. Pero y tanto que es. En alguna ocasión ya habías conseguido que me corriese dos veces seguidas gracias a tu hábil lengua, pero esto ya supera todos los límites. Tampoco es el mejor momento para comentar la jugada y buscar explicaciones, bastante escándalo hemos montado ya con la mamada. Decidimos irnos cada uno para su cama y esperar al día siguiente.

Y a la mañana siguiente, después de haber dormido como un bendito, vuelta a la normalidad, a hacer como si no pasase nada, a preparar la comida, a jugar a las cartas, a bromear y seguir jugando a la Play. Por la noche decidimos ir a hacer botellón a la playa, lo pasamos bien, bebemos reímos, alucinamos cuando parte de nuestros amigos se meten en pelotas en el mar a darse un chapuzón, comentamos al pillar a alguna pareja follando escondidos, paseamos… Cuando ya todos estamos cansados y plan toca a su fin, volvemos a desmarcarnos con la misma táctica: que no tenemos sueño y que nos quedamos dando un paseo por la playa. Y eso es lo que hacemos, andar y hablar, pero no me puedo quitar de la cabeza las ganas que tenias de montárnoslo en la playa, las ganas que tenias de que los dos follásemos en el agua, de escondernos entre algunas rocas, la cantidad de veces que te habías masturbado con esa idea la semana de antes y de cómo hasta habías empezado a escribir un relato con tus ensoñaciones.

Así que, aunque se que nos están esperando, aunque no me termina de ir del todo el exhibicionismo, aunque no soporto la idea de que alguien me observe mientras follo, a pesar de todo, doy el paso: lo vamos a hacer. Tras una débil resistencia por tu parte, te dejas llevar una vez mas por mi seguridad al comprobar que parece que lo tengo todo planeado desde hace tiempo, todo bajo control, cuando en realidad no soy más que un genio de la improvisación… El lugar parece hecho para ello, la zona más oscura de la playa, una silla elevada de madera para un eventual socorrista que por supuesto no esta a aquellas horas; si lo piensas fríamente, la forma de la plataforma esta pensada para follar, nos la han puesto a ti y a mí allí para que echásemos nuestro polvo.

Me siento mientras observo como te quitas el tanga y lo guardas en tu sujetador con una pasmosa naturalidad; bajo un poco mi bañador, abres tus piernas y te sientas sobre mí, colocando mi polla ya gorda hasta reventar a la entrada de tu coñito, noto su calor, lo noto húmedo. La agarras por su base y te la vas introduciendo lentamente al tiempo que cierras los ojos y echas tu cabeza hacia atrás.

Que ganas tenía de follarte, me dices al oído. Te agarro de tu culo y empezamos con un suave vaivén, pegándonos mucho el uno al otro, regalándonos mutuamente todo el placer que podemos. Nos encanta follar, lo hacemos bien, ¡que coño! ¡somos unos artistas! La compenetración es total, hemos llegado a conocernos tanto y tan bien que somos capaces de llevarnos al orgasmo en cualquier situación y de cualquier modo en un par de minutos; pero decidimos controlarnos, alargar un poco más ese placer. Tu empiezas a botar rítmicamente sobre mi, jadeando, de vez en cuando empujo mi cadera para que te entre más dentro, para que te sientas llena completamente, me apoyo sobre mis manos y te levanto en vilo, tu única unión con este mundo es a través de mi pene, para mi es una sensación de poder inigualable, para ti un estado de placer total. Entonces pronuncias las palabras mágicas: me tienes a punto, como sigas así me voy a correr. Adelante nena, tienes permiso; me encanta bromear en estas situaciones. Con mis manos en tu culo aceleramos el ritmo hasta que te llega un intenso y deseado orgasmo, te corres dulcemente sobre mí, jadeas, suspiras, susurras y finalmente me miras y me das las gracias. ¿Gracias? Aun no sabes lo que te queda. No se porque hoy tengo ganas de guerra, tengo ganas de que recuerdes este momento como el mejor polvo de tu vida, tengo ganas de que te corras tantas veces que pierdas la cuenta, tengo ganas de que me uses para darte placer y tengo ganas de que el mundo entero reviente a nuestro alrededor. Prefiero no darte demasiado descanso y ahora soy yo el que comienza a moverse deprisa, empujo con todas mis fuerzas, te inclino hacia atrás, te agarras de mi nuca y te follo rítmicamente, restregando mi pelvis contra tu clítoris, quiero que te corras otra vez y quiero que te corras ya. Tu cara de sorpresa me indica que voy por buen camino, estas tan caliente que notas como tu coño vuelve a contraerse, como ese cosquilleo en las piernas te invade y como comienzas de nuevo a correrte. Te echas sobre mí y tus últimos movimientos acompañan a tu segundo orgasmo. Estas roja como un tomate, sudando, solo alcanzas a decir una frase coherente: me estas matando.

Pero yo no se que me pasa hoy, me siento capaz de cualquier cosa. Al tiempo de recuperarte comienzas de nuevo a follarme, eres una amante muy solidaria, no te gusta perder por goleada en estas batallas, así que quieres darme mi orgasmo y devolverme parte de el placer que te estas llevando. Pero en ese momento recuerdo la noche anterior, mis tres infinitas descargas, y me parece más justo concederte el empate. Así que dejo que simplemente te afanes en buscar mi placer, en que saltes sobre mi buscando mi clímax, es que despliegues todas tus artes… pero estas tan absorta, tan caliente, tan jodidamente caliente que apenas te da tiempo a darte cuenta… ¡te estas corriendo otra vez! Un tercer orgasmo te sorprende tan intensa y fuertemente que gritas, gritas en mitad de esa playa vacía, si, si, siiiiiiii, me corroooooo, no creo que nadie haya dicho tantas veces el nombre de Dios en vano, a este paso te excomulgan. A mí en este momento la sonrisa de satisfacción ya no me cabe en la cara, verte destrozada, fundida con mi polla, entregada al placer más absoluto y genial, es todo un triunfo.

Te beso suavemente, poco a poco vas volviendo al mundo de los vivos. Quiero que te corras conmigo, me dices. No puedo negarle un deseo así a una diosa como tú; ahora mismo te daría lo que me pidieses. Así que volvemos a los orígenes y comenzamos a follarnos suave, lenta y deliciosamente. Tu abuntantísimo flujo nos empapa a los dos, el sudor nos resbala por la cara, tengo arena en el pelo y estamos reventados, pero vamos a por ello. De nuevo eres tu quien me toma ventaja y bajo los efectos de mis movimientos me avisas de que te viene una vez más, me insistes y me vuelves a pedir que me corra contigo; allá voy, noto como mi polla se hincha, como llena tu coño y se acopla perfectamente a tus labios, solo una décima de segundo antes, nos quedamos quietos, nos abrazamos y notamos como el placer nos inunda enteros, es una descarga total, uno de esos orgasmos que no se ven en las pelis porno, intenso, real, interminable, y por fin, el mundo entero desaparece a nuestro alrededor, solo están nuestros cuerpos y el placer que sienten.

Tardamos unos minutos en tomar consciencia de que estamos en un sitio publico, de que nuestros amigos se preguntaran que donde estamos y recuperamos la compostura y emprendemos el rumbo a casa.

Ha sido un polvo sublime, ¿el mejor que hemos echado? ¡que más da! Ya habrá tiempo mañana de pensar en todo lo demás, de momento, somos felices.

No hay comentarios: